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sábado, 5 de noviembre de 2016

Los crímenes de los buenos: no hay nadie bueno


Por J.A. Torres Q. 

La depravación total del hombre, bien puede ser ilustrada también, por la potencialidad de su maldad. El ejemplo moderno más común, fue el holocausto judío, la exterminación de más de 6 millones judíos en los campos de concentración a manos de los nazis. En consecuencia, cuando la Biblia dice que no hay nadie bueno (Rom. 3:10s), no está diciéndolo en tono poético, como evidencia interna baste leer el AT (Gén 6), y el final de la nación que tenía que ser luz a las naciones, por ejemplo, en Ezequiel 16 o, 23. Tomando nuevamente el ejemplo de la segunda guerra mundial, no es muy conocido el hecho de que después que los ejércitos aliados derrotaron a Alemania, y fueron ocupando sus ciudades, las violaciones de mujeres alemanas fueron parte de lo que muchos rusos llamaron, el “botín de guerra”. En efecto, el ejército rojo (ruso) como parte de su represalia y venganza descontrolada, violó sistemáticamente a mujeres incluyendo niñas y ancianas. Se cree que el número de mujeres violadas por los rusos sobrepasó el millón. Lo paradójico, —si se le puede llamar así— fue que no todos los violadores lucían la estrella roja en sus trajes militares (rusos). Ingleses y franceses, hicieron lo mismo, aun más, y —quizás con un móvil diferente (diversión, por ej.)— como señalará un soldado americano a la revista "Time" el 12 de Noviembre de 1945: "Muchas familias americanas se horrorizarían si supieran cómo se están comportando "sus chicos" por aquí". Y a propósito, me llama la atención el título que el sospechoso “historiador” Joaquín Bochaca le dio a uno de sus libros, bien puede ser un manual de ilustraciones de romanos 3:12: «los crímenes de los “buenos”».

La cobeligerancia ¿un nuevo caballito de Troya filosófico entre los cristianos de hoy, o una alternativa legítima si se es “sabio”?



Por J.A. Torres Q.


La responsabilidad “social” del cristianismo y la cobeligerancia. “Cobeligerancia” ¿un nuevo caballito de Troya filosófico entre los cristianos de hoy, o una alternativa legítima si se es “sabio”? La cobeligerancia es en cierto sentido la alternativa "pía" del antiguo, “el fin justifica los medios…”, y la derogación del: “dime con quién andas y te diré quién eres…”; ¿Qué es la cobeligerancia? La cobeligerancia fue un término acuñado por el gran teólogo reformado Francis Schaeffer (1912-1984). No se conoce mucho, pero su propuesta es bastante atrayente para los teólogos de laboratorio de hoy. En términos de explicación, la cobeligerancia describe la actividad de los “cristianos” que trabajan con “no cristianos” en una causa común política, económica, ecuménica o cultural, basado en la “gracia común”, esto es, todos, —y en algún sentido— pueden aunar fuerzas para evitar “un mal” común.

En términos superficiales, no pareciera ser un predicamento ilícito, pues, si en mi población hay alguien que quiere abrir un prostíbulo, la cobeligerancia haría que mi firma en contra de ello, estuviera al lado de la firma de personas con las cuales jamás “iría a misa”, pero daría solución a una causa consensual y “buena”. De allí que muchos cobeligerantes vean “ejemplos bíblicos” en esto, como José que "trabajaba juntamente" con los egipcios para aliviar la hambruna (Génesis 41) y Daniel en la corte de Nabucodonosor (Daniel 2). De allí el postulado: “En un contexto cultural donde los cristianos tienen poca influencia por sí solos, la cobeligerancia es un medio estratégico para lograr cambios sociales.” (Strange 2005:2) Ahora, y viendo un matiz más crítico, ¿puede el marxista ser aliado de un cristiano en una causa común para los pobres? El cobeligerante responde sí. Pues bien. Este fue el caso de un misionero despistado de los años 70 que dijo: “…conversando con un líder marxista, descubrí que lo que él quería para su país, también lo mismo quería yo. Lo llevó a esta conclusión Marx, pero a mí el Evangelio me llevó a la misma conclusión.” (Scopes en Bravo 2012:13). La “responsabilidad” social del cristianismo mal entendido puede llevar a las personas (cristianos) a un cobeligeranismo, —por ejemplo— ecuménico idealista despistado (¡Chile para Cristo!), aun peor, a ver el reino de Dios aquí y ahora a través del cumplimento del paraíso social-cristiano, no sólo como lo ha visto el neo-carismatismo (“tu mejor vida ahora” Joel Osteen) sino en especial, como lo plantearon los teólogos protestantes latinoamericanos que politizaron el evangelio, uno de ellos, el “alabado” José Míguez Bonino (1924-2012), quien escribió más de 12 libros y un centenar de artículos con esta visión. Bonino, llegó a convencerse que el marxismo era la alternativa para construir una sociedad justa, a través de lo que se llamó la “teología de la liberación”. No obstante, la antesala de esta “teológica-social”, ha sido precedida por otros escalafones decadentes, que fueron y son aún atrayentes para muchos teologuillos y seminaristas idealistas (jóvenes), como la influencia de teólogos neo-ortodoxos (Karl Bath; Bultmann), y aquellos que vieron el pecado como algo más social (Bonhoeffer).

¿Cuál es la debilidad, peligro y sutileza de la cobeligerancia? ¿Cuál es el límite correcto de la responsabilidad “social” del cristianismo? Quizás no hayan respuestas fáciles, pero uno de los riesgos más patentes de este predicamento (cobeligerancia), es que el profesante de estas ideas socialmente “atractivas”, no sólo adapte su cristianismo a un socialismo sacralizado, sino que con ello termine trabajando para el enemigo, llegando a relegar la esencia, la singularidad, superioridad y suficiencia del cristianismo que vino a solucionar no un problema social del hombre, sino su condición espiritual frente al Juez de toda la tierra (Sal. 50:6). La cobeligerancia entonces, puede ser “atractivo”, pero puede llevarte a bajar sutilmente por los escalafones del cristianismo horizontal (sólo el prójimo), luego a la religión sin fe (terapia social), luego a la negación del meta-relato (vida eterna, reino de los cielos), y finalmente a ver a Cristo como un simple caudillo de libertad y salvación social. En otras palabras, salir en la noche a darles una taza de café a los indigentes puede ser algo bien cristiano, pero todo ello será inútil, si el evangelio no es el propósito esencial de aquella acción “social”, pues el hombre no necesita liberación social, sino espiritual. Ahora, notando nuevamente el postulado clímax de la cobeligerancia: —“...la cobeligerancia es un medio estratégico para lograr cambios sociales.”— claramente también, exhibe un idealismo escatológico. ¿Será que F. Schaeffer, al igual que Agustín de Hipona —y la iglesia católica— esperaba la "ciudad de Dios" aquí y ahora? Es evidente que la realidad mundial confirma la doctrina escrituraria de los últimos tiempos, lo cual nos enseña que ninguna acción cobeligerante, ni un énfasis social del cristianismo traerán el reino literal de Cristo a la tierra. El mundo está en decadencia constante, y el cristiano no debe confundir su labor, una labor esencialmente espiritual, no social. En efecto, no vivimos en tiempos donde el calvinismo afectó todas las esferas del quehacer social, vivimos en las últimas etapas de los últimos tiempos, en donde el ateísmo, la amoralidad, la corrupción, el ecumenismo y toda la decadencia moral del hombre, serán la ante-sala del arrebatamiento.




Bibliografía

Strange, Daniel 2005. Artículo: “La cobeligerancia y la gracia común ¿Puede el enemigo de mi enemigo ser mi amigo?” volumen 14, número, septiembre 2005.  Traducido por Manuel Serrano y Mayra Ileana Urízar de Ramírez.

Bravo S. Jonathan 2012. Departamento de Historia. El proceso evangélico: Las Iglesias Evangélicas chilenas durante el Gobierno Militar 1973-1978.  Tesina para lograr el grado de licenciado en historia, Universidad Alberto Hurtado, Santiago, Chile.